A este 2008 que a estas alturas no le está faltando nada o casi nada, se suman ahora un homenaje al gran poeta Joaquín Giannuzzi, y la despedida de la Prof. y escritora Amalia Carrique.
El agasajo se hizo en la novísima y ultramoderna biblioteca ubicada en Sarmiento y Belgrano, el pasado viernes 18 de julio.
La Prof. Carrique, co fundadora de este sitio y una de las que ideó la posibilidad de abrir el blog, por motivos personales, optó por dejar el sitio, rogándome encarecidamente, a pesar de mi opinión generosa en contrario, que suprimiera su nombre del blog. Respetando sus deseos, que no cuestiono, puesto que, como enuncia cierto Deleuze, no es mi interés quitarle razones a nadie, ya que no creo en los sistemas molares y morales del Juicio y de los Tribunales, que no cesan de esparcirse, acaté lo que me pidió.
Para uno y otra, van estos poemas de homenaje y despedida, tal cual esa melancólica canción del grupo de rock Pink Floyd que se mal tradujo como "Despedida", precisamente.
En los versos menos teológicos del Himno a la Alegría, que inmortalizó Beethoven, ese músico al que aprendí a amar desde mis leves 7 (siete) años, se cincela:
I
¡Oh, amigos;
no con esos acentos!
Entonemos cantos placenteros
y plenos de alegría.
¡Alegría!...
¡Alegría!..., hermosa chispa divina,
Hija del Elíseo [...]
[...]
Tu magia vuelve a unir
lo que el mundo
había separado [...]
[...]
¡Abrácense, millones de criaturas!
Que ese beso alcance al mundo entero [...]
II
Esas manos que me hacen falta, tanta falta..., en instantes de oscuridad que parecen no terminar y que convocan a todos los huracanes, enviaron a la página, estos poemas del cantante de tangos, Horacio Ferrer:
1
[...] Quiero mi libertad [...]
aunque la soledad me destruya [...]
Nadie tiene más derecho que uno mismo
a [su propia] libertad [...]
2
Luego, continúa:
"[...] La libertad destranca la cárcel de mis huesos [...]"
III
Por su lado, Rimbaud dijo:
"[Entra ...] en todas partes, responde a todo. No te dejarán más muerto de lo que estás".
Rimbaud, Arthur Una temporada en el Infierno. (C. S., Buenos Aires, 1996), 13.
IV
Por último, dos poemas de mi pobre autoría (pobre no por falsa modestia, sino porque los poetas "consagrados" de ciertos ghettos me evalúan un poetastro; allá ellos...):
1
¿Cómo es que
viniste
así, de golpe,
sorprendiendo
mi amabilidad
con la luz sabia
de tu corazón?
¿Por qué aceptaste
de mi mano
el pedazo de dulce
que te alcancé
en un torbellino
de gente y de ruido,
dejándome con el lado
oscuro de mi alma
tan solo, al decidir
irte sin dudar
del destino,
que ojalá nos acerque?
2
Estás
como dibujando
las horas, respirando
milenios de ausencia
de la mitad que te falta
y de la mitad que te acuna
en las tardes frescas
en las noches
con luna insinuada
que pende de esperanzas
todavía no dichas
u olvidadas
en el desván
de tus pestañas
en el color de tus ojos
Versos inventados como me fue posible, en el cumple de una nena adorada, a eso de las 22 hs. de 21 de julio, en Vª Palacios, en la casa de una amiga que me desconoce, a veces.